El Plan Nacional de Niñez y Adolescencia de Paraguay es un nuevo motivo de discordia entre sectores de la sociedad nacional pero, ¿en qué consiste el documento, cuáles son los cuestionamientos y por qué genera tanta crispación en las personas?

Ministra Teresa Martínez
El plan consiste en un proyecto enfocado en la protección de niños, niñas y adolescentes, priorizando su salud, su educación, sus derechos y su calidad de vida. “No se trata de una ley, es una herramienta de trabajo que no cambia ninguna ley ni la Constitución Nacional porque no consiste en una norma”, había expresado la ministra de la niñez, Teresa Martínez, una de las impulsoras del documento en cuestión.
El Plan se construyó colectivamente incluyendo en el proceso a los consejos departamentales y municipales, fue debatido, elaborado y aprobado por el Consejo Nacional de Niñez y Adolescencia, que está integrado por el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia, el Ministerio de Salud, el Ministerio del Trabajo, Ministerio de Educación, Ministerio de la Defensa Pública, Ministerio Público y los representantes de la sociedad civil.
El documento tiene una extensión total de 39 páginas y se divide en tres capítulos, comenzando por explicar conceptualmente las funciones del Sistema Nacional de Protección y Promoción de la Niñez y Adolescencia (Sippina) y describir la base programática del plan; seguidamente se realiza un estudio acerca de la situación actual de niños, niñas y adolescentes en nuestro país en diferentes contextos sociales y, finalmente, se presenta el plan de acción, especificando estrategias y resultados esperados.
En una nación como Paraguay, en la que se registran 20.000 casos de embarazos adolescentes al año, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, y con una escasa o casi nula aplicación de políticas relacionadas a la educación sexual, al igual que el insuficiente acceso a informaciones que hagan frente a los casos de abuso y enfermedades de transmisión sexual, resulta indispensable la aplicación de un plan que vele por una vida de calidad para niños, niñas y adolescentes.
Sin embargo, el Plan Nacional no se orienta de manera exclusiva en ofrecer alternativas en el programa educativo, con un enfoque de igualdad y no discriminación para niñas y niños, sino también en promover su participación política y social, así como la revitalización sus derechos, entre otras cuestiones. Entonces, ¿cuál es la dificultad para aceptar el documento? “El problema recae sobre el desconocimiento conceptual de algunos términos como ‘perspectiva de género’, ‘diversidad’, ‘interculturalidad’ y ‘hegemonía'” explica Nathalia Rojas, educadora social de “Somos Pytyvõhára”, organización de jóvenes que trabajan en la exigibilidad y promoción de los derechos sexuales y reproductivos.

Nathalia Rojas
Así, grupos fundamentalistas afirman que el plan “atenta contra indemnidad de los niños” por la enseñanza con enfoque o perspectiva de género. En verdad, dicha terminología solo analiza la forma en que se crean y perduran sistemas sociales a partir de un determinado punto de vista del sexo, el género y la orientación sexual, buscando por ello la igualdad para evitar situaciones de marginación, violencias e injusticias.
“En el Plan Nacional, la perspectiva de género ayuda a ver las desigualdades y diferencias existentes entre niñas, niños y adolescentes, buscando que todos puedan acceder a los mismos servicios sin discriminaciones”, afirma Nathalia. Igualmente, la profesional menciona que ese concepto se pretende mezclar con una errada idea acerca de la “ideología de género”, expresión instaurada por grupos fundamentalistas para desvirtualizar los conceptos originales.

Movilización del grupo “Somos Pytyvõhára”
Por otra parte, debido a la serie de cuestionamientos producidos en torno al documento, el miércoles pasado se aprobó en la Cámara de Diputados por mayoría de 60 votos el pedido de interpelación a la ministra Martínez por no haber participado en una audiencia organizada por el Frente Parlamentario por la Vida y la Familia del Congreso Nacional. Por su parte, Arnaldo Samaniego propuso postergar el estudio del pedido para una mejor interiorización en el documento, pero se prefirió suspender la solicitud.
De este modo, el documento entrará en un nuevo análisis para tratar puntos conceptuales y examinar si finalmente se acepta o no. “Desde Somos Pytyvõhára nos parece indispensable la aplicación del Plan Nacional para otorgar a los niños, niñas y adolescentes las herramientas necesarias para enfrentar situaciones de vulnerabilidad y abusos, al igual que promover mayores conocimientos en cuanto a sus derechos y su sexualidad”, finaliza Nathalia.
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